A propósito de la situación de pandemia actual y la posible relación de la vacuna frente al SARS-CoV2 de Astra-Zéneca con un aumento de eventos tromboembólicos (ETE), sale a la palestra mediática la comparación entre dicho riesgo con el asociado al uso de Anticonceptivos Hormonales Combinados (AHC).
En este momento, parece inapropiada dicha comparación puesto que los posibles efectos secundarios de las vacunas frente al SARS-COV-2 continúan investigándose además de escasos meses de uso. Los AHC, compuestos por un estrógeno, generalmente etinilestradiol, y un gestágeno, han demostrado su seguridad y eficacia a lo largo de más de 50 años, pudiéndose cuantificar el riesgo asociado a su uso con suficiente evidencia científica para decir que el riesgo de ETE en mujeres sanas es bajo1.
Una forma útil de expresar el riesgo de ETEV, según la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS), es la siguiente:
Mujeres sanas de entre 15 y 44 años que no toman AOC: 5 a 10 casos por 100.000 mujeres-año.
Mujeres que toman AHC que contienen menos de 50 microgramos (mcg) de etinilestradiol con levonorgestrel –Todas la presentaciones disponibles en nuestro país: 20 casos por 100.000 mujeres-año.
Mujeres que toman AHC que contienen al menos 20 mcg de etinilestradiol en combinación con desogestrel o gestodeno: 30 a 40 casos por 100.000 mujeres-año
Sin embargo, debe tenerse presente que el riesgo de tromboembolismo venoso (TEV) asociado al uso de cualquier AHC es menor que él correspondiente al embarazo, estimado en: 60 casos por 100.000 embarazos.
Es decir, una mujer sana que tome AHC tiene 3 veces más riesgo de tener un ETEV que una mujer que no los tome; pero una mujer embarazada tiene 6 veces más riesgo de tener un ETEV, que una mujer que no lo está. Y este último dato se multiplica por 4 en el postparto.
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