La disfagia es la dificultad para la deglución. Es un cuadro relativamente frecuente, aumentando su prevalencia con la edad, afectando de forma enormemente importante sobre toda la esfera vital. No solo la alimentación, sino la salivación, la fonación, el uso de medicamentos y la propia autoestima. Si se convierte en crónica o severa puede acarrear deshidratación, desnutrición y pérdida de peso, y el riesgo de afectación pulmonar, aspiraciones ocasionalmente graves con neumonías o colapsos.
El diagnóstico se basa en la historia clínica y en la exploración abarcando a toda la escala de profesionales, desde la asistencia primaria a especialistas como digestólogos, neurólogos, cirujanos digestivos y maxilofaciales, neurocirujanos y especialistas en dolor.
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