En los últimos años, los países más industrializados han ido aumentando la inversión en el sector sanitario, la cual, en su mayor parte, sería atribuible al uso intensivo de nuevas y viejas tecnologías1. La legitimidad en el incremento de este gasto público se fundamentaría en los retornos de salud y bienestar social para la población asociados a estas inversiones. En este orden de ideas, la utilidad clínica de todas y cada una de las tecnologías sanitarias que se utilicen en el sistema sanitario debería estar garantizada2.
http://gacetasanitaria.org//es-desimplementacion-actividades-clinicas-bajo-valor--articulo-S0213911119300020
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