Suele ser de curso crónico, afectando
considerablemente la calidad de vida de los pacientes. Aparece en
personas de edad avanzada y se caracteriza por la presencia de ampollas
subepidérmicas.
En términos generales, el diagnóstico se
basa en las manifestaciones clínicas, los hallazgos histopatológicos y
la inmunofluorescencia directa.
Desde la publicación del primer caso de penfigoide ampolloso por sulfasalazina en 1970, un gran número de fármacos (espironolactona, furosemida, cloroquina, beta-bloqueantes y varios antibióticos) se han relacionado con esta enfermedad.
Recientemente, varias publicaciones de
series de casos asocian la aparición de penfigoide ampolloso con los
inhibidores de la dipeptidil-peptidasa IV, conocidos también como
gliptinas (ver referencias en tabla).
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