En
el contexto actual, las campañas y las iniciativas rosas de
concienciación sobre el cáncer de mama resultan confortables para las
organizadoras, las personas que participan y las empresas
patrocinadoras, pero muestran señales claras de desinformación. Esta
desinformación bloquea el derecho de las personas a una información
veraz, objetiva y completa que favorezca la toma de decisiones libres y
sopesadas.
Para
definir el concepto de «desinformación» me baso en las recomendaciones
de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) para una buena
comunicación en salud1. Así, entiendo la desinformación
como la provisión de información errónea a través de «titulares
alarmistas o morbosos, información científica confusa, creación de
estereotipos, invisibilidad de algunos colectivos de enfermos, poco
contexto social, uso inapropiado, abuso o frivolización de términos, y
poca información preventiva». La desinformación también incluye la
omisión de información válida y relevante. Veamos algunos ejemplos.
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