viernes, 6 de octubre de 2017

¿Es posible enseñar a manejar el sufrimiento?.

Los profesionales de la salud no somos inmunes al dolor. El sufrimiento de nuestros pacientes y de los lugares en los que trabajamos dejan huella. Cada cual trata de defenderse como puede predominando las conductas de huida y de separación que tiñen de frialdad y falta de contacto humano los cuidados.

Nadie nos enseña explícitamente a bregar con el sufrimiento. Lo vamos aprendiendo por imitación de las personas cercanas que nos rodean y de nuestra experiencia personal. 
La literatura y las bellas artes están llenas de historias desgraciadas que los artistas plasman para que virtualmente nos acerquemos a esas realidades ardientes que tanto nos asustan. También las tradiciones espirituales tratan de acercarse a los misterios de la muerte y el sufrimiento humano proponiendo caminos. Hay que reconocer que no nos faltan testimonios, la historia de la humanidad está teñida del negro tinte de un sufrimiento que al final también nos termina alcanzando.
Cuando enfermamos o atravesamos una crisis vital experimentamos angustia. Los encargados socialmente de recogerla y atenderla son los profesionales de la salud que paradójicamente están excelentemente formados para atender las dimensiones biológicas del dolor pero no las demás.  
 
 

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