NORMAS
DE BUENA PRÁCTICA CLÍNICA EN LA ATENCIÓN A URGENCIAS
PEDIÁTRICAS
EN EL ÁMBITO PREHOSPITALARIO (GIDEP)
1.
En todos los centros de salud debe haber medicación y material para
la atención de las urgencias pediátricas. Dicho material debe estar
ubicado en un carro de emergencias y también en bolsas o maletines
por si hubiera que salir a atender una urgencia fuera del centro.
2.
Debe existir un protocolo o proceso de revisión del material y de la
medicación de urgencias con profesionales que se responsabilicen de
él en cada centro.
3.
La medicación y el material de urgencias deben estar consensuados y
unificados, dependiendo de las organizaciones de servicios y
atendiendo al ámbito de aplicación: Emergencias y Transporte
Sanitario, Atención Primaria y Puntos de Atención Continuada (PAC).
4.
En los centros de AP y PAC debe haber un sistema de triaje eficaz de
los pacientes que solicitan asistencia urgente o indemorable para
garantizar la atención en un tiempo proporcionado al nivel de
gravedad y mejorar la accesibilidad.
5.
Tiene que haber cauces de comunicación apropiados entre los
diferentes niveles asistenciales para la atención, el transporte
sanitario y la recepción del paciente cuando se precise el traslado
desde el lugar o centro sanitario donde se preste la primera
asistencia hasta el centro de destino. Se debe preconizar, además,
el uso de una herramienta para establecer el tipo de recurso más
adecuado para el traslado.
6.
Deben existir protocolos por patologías, que estén consensuados,
actualizados y revisados periódicamente, para estandarizar la
asistencia entre los diferentes niveles asistenciales. Estos
protocolos han de ser claros y concisos para que puedan servir al
profesional sanitario
en la toma de decisiones en el momento que se necesite.
7.
La documentación que se vaya a precisar para el manejo de la
emergencia (esquemas protocolizados de atención sanitaria,
documentos para el traslado y para el score
del tipo de recurso sanitario, etc.), tiene que
encontrarse muy accesible: una copia en el carro de emergencias y
también un acceso informático desde la propia historia clínica de
cada niño.
8.
Los sanitarios y el personal implicados deben recibir formación
continuada acerca de los protocolos de atención disponibles y sus
actualizaciones, así como sobre las técnicas que se deben aplicar:
RCP básica y avanzada, desfibrilador semiautomático (DESA),
obtención de vías venosas, vía intraósea, etc.
9.
Debe existir documentación sobre las condiciones de manejo de la
medicación en situaciones de urgencia que facilite su preparación
con la mayor seguridad posible, para minimizar los errores y
garantizar la seguridad del paciente.
10.
Los niños y adolescentes que precisen una atención de emergencia
tienen derecho a estar acompañados, durante su atención y durante
la realización de los procedimientos necesarios, por alguno de sus
familiares o personas responsables, que además puedan aportar
información para conseguir una anamnesis lo más precisa posible.
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