lunes, 27 de junio de 2016

DICAF. Revisión de la evidencia de los efectos adversos de los inhibidores de la bomba de protones.

Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) actúan inhibiendo de manera irreversible la enzima H/K-ATPasa de las células parietales de la mucosa gástrica disminuyendo la secreción ácida. Los IBP son uno de los grupos de fármacos más recetados en nuestro sistema de salud, y su uso ha aumentado de forma considerable en los últimos años, posiblemente por ser de fácil acceso (sin receta y de precio bajo) y por que hayan llegado a ser considerados por el gran público como un simple protector gástrico, sin prácticamente efectos adversos. En la comparativa de consumo respecto a otros países europeos, el consumo en nuestro país se muestra muy por encima (consumo en España: 85 personas de cada 1.000; consumo en Noruega: 30 personas de cada 1.000; consumo en Italia: 27 personas de cada 1.000) y con clara tendencia al alza: en España en 2010 entre 2000 y 2008 la prescripción de IBP aumentó un 200% y entre 2004 y 2010 su consumo aumentó un 227%. Omeprazol ha llegado a ser el fármaco en envases más consumido en nuestro país.
En los últimos años diversos estudios clínicos han relacionado el uso continuado y a largo plazo de los IBP con distintos efectos adversos, entre los que destacan: la hipomagnesemia sintomática; mayor riesgo de fracturas óseas; mayor riesgo de infecciones (entéricas o neumonías); déficit en la absorción de vitaminas; riesgo de interacciones potencialmente graves (clopidogrel); complicaciones, fundamentalmente infecciosas, en los pacientes cirróticos y la posibilidad de desarrollar enfermedad renal crónica, como se destaca en un reciente estudio observacional. Esto ha generado cierto grado de inquietud entre prescriptores y pacientes que se preguntan sobre cuál es el riesgo real de estos posibles efectos adversos en un uso prolongado de este tipo de medicamentos. Conscientes de esta situación, la Sociedad Española de Patología Digestiva ha llevado a cavo un trabajo de revisión para identificar, evaluar y revisar las principales evidencias disponibles sobre los efectos adversos asociados al consumo de IBP a largo plazo, con el objetivo de elaborar un documento de posicionamiento de la SEPD con unas conclusiones claras sobre la seguridad de estos fármacos.
El equipo de investigación, después de realizar una revisión exhaustiva de la literatura disponible en la que fueron valorados de forma crítica los temas más relevantes y controvertidos asociados al uso de este tipo de medicación (las indicaciones actuales de los IBP; déficit de vitamina B12 y alteraciones neurológicas; déficit de magnesio; fracturas óseas; infecciones entéricas y neumonías; interacción con los derivados de las tienopiridinas; y complicaciones en pacientes cirróticos), llegaron a la conclusión de que, en términos generales, se puede afirmar que los IBP son un grupo farmacológico seguro. Sus efectos secundarios son en su mayoría leves (como cefalea, estreñimiento, diarrea, dispepsia, erupciones cutáneas), pudiéndo presentarse otros de mayor complejidad, aunque raramente (como hipomagnesemia sintomática, entre otros). No hay descritos casos de cáncer ni tumores carcinoides asociados al consumo prolongado de estos medicamentos. Si pueden, sin embargo, producirse interacciones con otros fármacos por distintos mecanismos, como la alteración de la absorción por cambios en el pH gástrico o por la competición por el citocromo P450. Destacan, entre otras, las interacciones con atazanavir, clopidogrel, ciclosporina, warfarina, acenocumarol, carbamacepina y antifúngicos; con especial riesgo de efectos adversos o riesgos innecesarios de fracaso terapéutico con los nuevos agentes antivirales directos (como sofosbuvir, ledipasvir, etc.) para los que queda totalmente desaconsejando el uso concomitante con IBP.
En general, la evidencia que apoya la asociación de estos efectos adversos con el uso de IBP a largo plazo es difícil de interpretar y carece del peso necesario, pudiendo estar sesgada. Aún así se debe ser prudente y estar alerta para evitar el desarrollo de las principales complicaciones descritas, especialmente en los pacientes con alto riesgo. No obstante, sí existen efectos adversos con una morbimortalidad no despreciable a tener en cuenta, y debe tenerse siempre presente la existencia de una asociación del uso de IBP con la aparición de neumonía, una fractura ósea o un evento cardiovascular, y considerar el uso de IBP como un factor más que, asociado a otros, puede desencadenar estos efectos indeseables.

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