Aunque los antidepresivos son, en general,
eficaces para tratar la depresión, no es rara la situación en que la
respuesta terapéutica obtenida en un paciente concreto no es
satisfactoria. Se ha observado que solo el 50% de los pacientes
responden al antidepresivo inicial, y poco más de un tercio de los
pacientes logran la plena remisión de la clínica1.
Ante esta situación o bien cuando existen problemas de tolerabilidad
del fármaco, una opción es sustituir el antidepresivo no eficaz —o no
tolerado— por otro antidepresivo.
Cuando se establece un nuevo tratamiento, los inhibidores selectivos
de la recaptación de serononina (ISRS) suelen ser la primera opción2.
Es relativamente frecuente que precozmente aparezcan efectos adversos,
que en general podremos manejar sin suspender el tratamiento. Sin
embargo, a veces son tan intensos o molestos que nos planteamos retirar
el antidepresivo y sustituirlo por otro. En esta situación, cambiar un
antidepresivo por otro dentro del mismo grupo (un ISRS por otro ISRS)
puede ser una buena opción, con la precaución de iniciar el segundo
antidepresivo a dosis baja y aumentándola gradualmente para favorecer la
tolerabilidad3.
Cuando la respuesta terapéutica obtenida con el primer fármaco
ensayado es nula, es muy clara la recomendación de cambiar de
antidepresivo. En cambio, cuando se obtiene una respuesta parcial antes
de la sustitución habitualmente habría que intentar otras estrategias
como optimizar (ajustar) la dosis del antidepresivo dentro de su rango
terapéutico, u otras2.
La evidencia científica a favor de la conducta común de sustituir un
antidepresivo por uno de un grupo diferente intentando conseguir mayor
eficacia (por ejemplo, un ISRS por un antidepresivo dual) es débil y no
se han demostrado ventajas reales frente a la sustitución dentro del
mismo grupo (por ejemplo, un ISRS por otro ISRS)
http://www.fmc.es/es/como-cambiar-antidepresivo/articulo/90453559/#.V007ZMmWkpN
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