En el País Vasco, las y los residentes de Farmacia hospitalaria
suelen dedicar poco tiempo a la rotación de Farmacia de atención
primaria y, normalmente, lo hacen el mes más corto del año. Les da justo
para enterarse un poco de qué va el trabajo del farmacéutico de
atención primaria. Eso sí, desde que comenzaron a rotar con nosotras,
tanto en Bilbao como en la margen izquierda, siempre hemos considerado
fundamental que pasen al menos un día en la consulta de un médico de
familia y vean, por un lado, cómo se organiza un centro de salud desde
dentro y, por otro, cómo la consulta de atención primaria no tiene nada
que ver con pasar planta en un hospital, actividad que realizan en el
cuarto año de residencia.
Este año no ha sido una excepción y nuestras cuatro residentes han
estado un día completo en la consulta de un médico de atención primaria.
Hemos aprovechado para que tanto ellas, como los médicos con los que
han compartido día, escriban y cuenten su experiencia.
De cómo se sintió el médico teniendo en la consulta a una farmacéutica de escudera
Reconozco
que la idea de compartir la consulta con Amaia, una residente de
Farmacia Hospitalaria, me parecía muy interesante, a pesar de que mi
experiencia en docencia para otras especialidades sanitarias fuera nula.
Aun así, estaba convencida de que todos aprenderíamos y nos
beneficiaríamos de la experiencia. Pero, ¿cuáles eran los objetivos?,
¿en qué tendríamos que fijar la atención?, ¿sobre qué realizar un
trabajo previo?
Empezamos la mañana revisando los tratamientos de los pacientes
citados para ese día, prestando especial atención a los polimedicados,
la medicación inadecuada, interacciones, valorando posibles
deprescripciones… de forma que cuando el o la paciente entrase en la
consulta estuviéramos preparados para “actuar”. A lo largo de la mañana
teníamos citadas (a propósito de la presencia de Amaia) a dos pacientes
ancianas polimedicadas para la revisión de su medicación. Pero con los
índices tan altos de pluripolimegamedicación que nos rodean, no
es sorprendente que muchos de los pacientes que acuden por cualquier
motivo de consulta también puedan (y deban) ser sujetos de revisión de
sus medicaciones. Descubrí que, a pesar de ser un tema en el que estoy
muy implicada y de la reciente revisión por la R2 de Familia de los
polimedicados del cupo con los criterios STOPP/START, aún quedaban
tratamientos por deprescribir (cosa que probablemente hubiera pasado por
alto esa mañana si no llego a estar con Amaia, ya que la paciente venía
por “otro” motivo).
Una vez más sentí cómo gran parte del encuentro clínico gira en torno
a la medicación (mucho más de lo que desearía). Bien por la demanda
explícita del paciente que quiere un fármaco porque si no “el catarro no se le cura”,
o bien por la prescripción inducida, recetas de medicina privada, etc.
Volví a experimentar, como ya lo había hecho previamente, que es tal la
magnitud del “farmacocentrismo” en la consultas, que a veces parece que
todo gira alrededor de las pastillas, como si fuesen el eje de la salud…
¡Cuanto tiempo y energías dedicamos a “lidiar” con los fármacos,
dejando poco o nada para el resto! Una realidad cotidiana a la que una
se acostumbra y que en aquel momento reviví con mayor intensidad (y
también cierto lamento).
Quedaron patentes las dificultades que tenemos para retirar cualquier
fármaco, en contraste con lo fácil que es prescribir. Fuimos testigos
de la “pelea” que hay que librar para deprescribir una benzodiacepina
(en una mujer octogenaria que lleva una década tomando el tratamiento, y
ahora llegas tú y le dices que no, que esa medicación es mejor no
tomarla de forma continuada, que los riesgos… “pero si Don Fernando me la puso para TODA LA VIDA!”,
vamos, muy complicado). Para darle más emoción todavía, durante gran
parte de la mañana el programa de prescripción electrónica permaneció
“colgado”, o sea un poquito más difícil todavía… (es lo que tiene el
directo).
El hecho de acercarse al escenario, e incluso subirse a él para
contemplar (y ser parte de) la escena clínica, tal y como ocurre en las
consultas médicas y de enfermería de atención primaria, puede ser útil
para entender la realidad del médico de atención primaria (sus
conocimientos y deficiencias, las presiones externas, sus habilidades en
comunicación y negociación, su conocimiento del paciente y su entorno,
la presión del tiempo…..), la del paciente (con su situación
socioeconómica, sus creencias, sus miedos, sus demandas, sus vivencias…)
y la naturaleza de la relación médico-paciente (¡fundamental!).
Pienso que esta experiencia puede ser un paso para que los médicos y
los farmacéuticos de atención primaria colaboremos y nos coordinemos
mejor. Por ello, creo que se trata de una iniciativa interesante y que
se podría extender a otros farmacéuticos de atención primaria. Compartir
la consulta en algún momento puede aproximarnos y ayudarnos a estrechar
lazos. Del mismo modo, creo que podría ser interesante para un médico
de familia ver como trabajan de cerca los farmacéuticos de atención
primaria, más allá de las reuniones periódicas de la comisión de
farmacia. El hecho de conocer mejor el ámbito de actuación y la
realidad del otro, nos ayudará a entendernos y a colaborar de un modo
más eficiente, haciendo más fácil recorrer juntos el difícil y largo
camino para intentar resolver el grave problema de la polimedicación.
Después de una intensa mañana (con un fugaz café) le pedí a mi
compañera de fatigas que recogiese sus impresiones y que valorase el
“experimento”. Que su comentario fuera “se me ha pasado la mañana volando” me hizo sonreír.
Entrada elaborada por Amaya de Basagoiti Gorordo, Amaia Llona Armada,
Idoia Bilbao Meseguer, Ainhoa Belaustegui, Elena Ruiz de Velasco
Artaza, Rita Sainz de Rozas Aparicio, Mónica García Asensio, Patricia
Zaballa Erice, Mikel Baza Bueno.
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