Hay un gran debate sobre un grupo de conceptos denominados de forma diversa como sobrediagnóstico, sobremedicalización, y prevención cuaternaria.
WONCA ya cuenta con miembros que están activos en este debate. Ha
habido presentaciones en congresos regionales que han sido encabezadas
con este tema: el Royal Collage of General Practitioners (mi
propia organización miembro) ha creado un grupo de interés especial
sobre esta cuestión en 2014 y están desarrollando el tema a través de
talleres locales y grupos de discusión (véase por ejemplo http://www.avongpeducation.co.uk/handouts/2014/preventing/Preventing%20Overdiagnosis.pdf). Además, el conocido cirujano Atul Gawande ha entrado recientemente en el debate en el New Yorker (http://www.newyorker.com/magazine/2015/05/11/overkill-atul-gawande).
Gran parte de la relación coste-efectividad de la medicina familiar en
los sistemas de salud depende de que los médicos de familia gestionen la
exploración inicial de nuevos síntomas sin pruebas, medicamentos o
derivaciones excesivas. Así que esto parece un área importante para que
nuestros miembros sean capaces de hablar basándose en la evidencia.
Las palabras “elegir sabiamente” no significan solo lo que nos
proponemos hacer, pues ya han sido adoptadas por las iniciativas en los
EE.UU. y Canadá (www.choosingwisely.org), y se utilizan para una campaña similar en el Reino Unido (www.bmj.com/content/350/bmj.h2308).
Para tomar las decisiones correctas durante o después de una consulta,
necesitamos lo siguiente: sólidos conocimientos, habilidades clínicas y
buen juicio para obtener el diagnóstico diferencial correcto. Tenemos
experiencia en la epidemiología de la situación en la práctica clínica,
ya que los riesgos y las probabilidades de diagnósticos son muy
diferentes en el hospital que en la comunidad, y de hecho, en diferentes
poblaciones y países. También necesitamos pruebas y evidencia firme,
que son relevantes para nuestros pacientes: con demasiada frecuencia las
directrices son únicas, orientadas a la enfermedad y pueden indicar
tratamientos y pruebas que no tienen en cuenta el panorama completo de
los pacientes de un médico/a de familia y sus necesidades. Por último,
el sistema de salud en el que se trabaja puede crear una demanda que no
está basada en la evidencia, por ejemplo, cobrar por enviar pacientes al
hospital generará un mayor uso de medicamentos y derivaciones que las
que están justificadas científicamente, y “mala educación” de los
pacientes con la creencia de que necesitan más intervención médica, que
la que es óptima para su salud o para el gastos de sus hogares.
Con el fin de evitar el exceso de diagnóstico y la
sobre-medicalización, los médicos de familia también necesitamos tiempo:
tiempo para hablar de las opciones y de las razones para proponerlas a
sus pacientes y para educar a la comunidad acerca de cómo 'esperar y
observar' puede ser una ayuda en el diagnóstico. Y debemos tener
confianza en nosotros/as mismos/as como profesionales y una
justificación objetiva de nuestras decisiones y acciones. Hay un papel
importante para las organizaciones profesionales participando en el
liderazgo, el desarrollo de las guías y la negociación política para
garantizar que el panorama general de las necesidades del paciente y la
asignación de recursos deben tenerse en cuenta. También para evitar el
sesgo de los grupos de presión comerciales y los intereses financieros
sectoriales. Todas las organizaciones y regiones miembro de WONCA
necesitan desarrollar sus ideas sobre estas cuestiones, para ayudar a
nuestros miembros, y para aportar las principales conclusiones de la
nueva investigación sobre nuestra práctica y la educación. Uno de mis
libros favoritos cuando era estudiante de medicina fue uno de Ivan
Illich, Némesis médica (véase, por ejemplo http://jech.bmj.com/content/57/12/919.full).
A medida que fui creciendo, entendí que mi papel como médico de la
familia es menos “culpable” de lo que me había temido, pero aún conservo
la meta de que el mejor resultado para nuestros pacientes sea vivir una
vida tan buena como sea posible con la intervención mínima de los
profesionales sanitarios y los tratamientos médicos; y para ser lo más
clara posible, cuando tenemos razones para no intervenir. Intento en
cada consulta responder a las siguientes preguntas mentalmente, mientras
actúo: "¿Por qué estoy haciendo esta prueba / prescribiendo este
medicamento / haciendo esta derivación? ¿Qué posibilidades hay de
agregar valor a lo que el paciente y yo ya sabemos que tenemos que hacer
ahora? Si mis estudiantes o residentes me vieran hacer esto, ¿podría
justificarlo en términos de conocimiento actual? Y, ¿puede estar
justificado en términos de coste-efectividad?”. Esperemos que este
debate continúe a través de WONCA.
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