jueves, 3 de julio de 2014

Arturo Goicochea. El paciente informado

Hoy en día se recomienda capacitar al paciente para gestionar su enfermedad. No debe ser un sujeto pasivo, receptor de terapias y aceptor acrítico de consejos conductuales, sino un sujeto activo que conoce su proceso y sabe gestionarlo, consiguiendo así minimizar el sufrimiento y la invalidez.
La información aporta creencias y conductas que prometen alivio. No es mas que una “terapia cognitivo-conductual”.
Por ejemplo, la información al paciente con fibromialgia le libera del infierno de andar de aquí para allá sin que nadie le diga lo que tiene, soportando todo tipo de desprecios e interpretaciones de origen psicológico, de que “todo está en su cabeza”.
- Nada de eso. Usted tiene una enfermedad.
De repente se hace la luz. El sufrimiento y la invalidez quedan explicados. La enfermedad es misteriosa e incurable. No importa. Todo se andará. Es cuestión de informarse mejor y seguir los consejos de los expertos que entienden, mientras los investigadores se esfuerzan en desvelar el misterio y aportar terapias, al menos, aliviadoras.
Un paciente de fibromialgia informado sabe que está enfermo, con una enfermedad física que produce dolor y que agota, con un sueño no reparador y con una mente borrosa incapaz de conseguir la concentración adecuada. Todo queda explicado desde la enfermedad. Puede que el paciente reaccione ante este panorama deprimiéndose. Es comprensible. La depresión no es causa sino efecto.
Sobre la enfermedad no se sabe demasiado pero hay datos, evidencias científicas. Hay una genética que la favorece, hay traumas físicos y emocionales que facilitan su eclosión. Se han constatado “anomalías” en la sustancia P, en el glutamato, en las fibras C, en el volumen de la corteza cerebral, en el comportamiento de la modulación inhibitoria descendente y un largo etcétera de rasgos diferentes a los de la población sana. Es evidente que el organismo no es normal, está enfermo y lo está de un modo global, reflejado en diversos sistemas y funciones.
El paciente de fibromialgia informado sabe que sus músculos se contracturan y fatigan con facilidad, que no disponen de la energía necesaria y que el ejercicio les pasa factura. Su dolor es”musculoesquelético” y el recomendado ejercicio debe tener en cuenta que la musculatura enferma no soporta las condiciones normales y debe realizarse de modo que no sea peor el remedio que la enfermedad.
El paciente de fibromialgia informado sabe que su sueño está alterado, y que ello impide el necesario descanso nocturno. El dolor y cansancio extremos del momento de despertar quedan así explicados por un sueño patológico, insuficiente, agotador. Un sueño fragmentado, desasosegado, insuficiente y con unos músculos poco relajados genera dolor y agotamiento, en vez de procurar el descanso y el alivio.
El paciente de fibromialgia informado sabe que su mente no reúne las condiciones adecuadas para una actividad normal. No consigue centrar la atención donde quiere y todo se olvida y descentra. El cerebro no es normal. Sufre también las consecuencias de la enfermedad.
Las creencias sobre la fibromialgia quedan consolidadas con la información como convicción de enfermedad y necesidad de adaptar la actividad a la vulnerabilidad e insuficiencia que el organismo enfermo impone. Ese organismo enfermo necesita ejercicio controlado, adaptado a la condición de enfermedad, cuidados musculares, sueño reparador y una buena gestión de los estados psicológicos de ansiedad, desesperanza, catastrofismo…
¿Qué hacer?
Ejercicio aun cuando sea doloroso y fatigoso.
Conseguir el sueño reparador aun cuando sea una meta casi imposible.
Ejercitar la mente aun cuando esté borrosa.
Los expertos ayudarán en el empeño con fármacos que reducen el dolor, la ansiedad, la depresión y el insommio, con masajes y baños térmicos, con psicoterapia cognitivo conductual, con estrategias de gestión del estrés.
Con todo ello el paciente informado sabe que está enfermo pero sabe que su enfermedad está reconocida y que dispone de justo respeto y de un equipo multidisciplinar que le ayuda y reduce en algunos casos el sufrimiento y la invalidez.
Es lo que las guías oficiales recomiendan y es lo que habitualmente se hace, una vez se ha salido del infierno del peregrinaje del desprecio y se contacta con los colectivos que promueven la convicción de enfermedad y las terapias correspondientes.
Los de la Pedagogía pensamos de otro modo. Creemos que cabe otro enfoque, justamente el contrario. Lo que creemos y aconsejamos es radicalmente opuesto.
Dicen los detractores que lo que proponemos es charlatanería sin fundamento científico.
Yo les aseguro que los conceptos que explicamos a nuestros padecientes están sostenidos por lo que la Ciencia actual propone.
Los detractores llaman charlatanes, sin saberlo, a investigadores de diversas disciplinas globalmente denominadas Neurociencias.
Nuestra labor sólo es la de divulgadores. Nuestro objetivo es enseñar a comprender el dolor y cualquier otro síntoma desde la perspectiva de un organismo sano… gestionado por una red neuronal equivocada. Eso confunde al paciente y nosotros tratamos de eliminar esa confusión para que sus decisiones sean más acertadas.
La política de informar al paciente pretende que este sepa tomar sus propias decisiones. Para ello necesita conocer la Biología de su enfermedad. Eso es lo que hacemos

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