jueves, 13 de febrero de 2014

EPOC: ¿cribado prematuro? (Enrique Gavilán) pone de manifiesto otro riesgo de medicalizar a población sana



Título:
EPOC: ¿cribado prematuro?
Autor:
Enrique Gavilán Moral.
Médico de Familia. Área de Salud de Plasencia, Extremadura.
Declaración de potenciales conflictos de interés: ninguno.

En los últimos años la celebración de los días mundiales de diferentes enfermedades ha llenado nuestro calendario de un buen número de actividades dirigidas, sobre todo, a concienciar de la importancia de dicha enfermedad y de su diagnóstico precoz como herramienta fundamental para reducir su impacto. Numerosas iniciativas de sociedades científicas y asociaciones de pacientes, habitualmente financiadas por compañías farmacéuticas o tecnológicas, llenan plazas, grandes almacenes y puertas de centros sanitarios de personas bienintencionadas buscando con una lanceta algún dedo que pinchar, bocas que soplen por un tubo o brazos que estrujar con un manguito. La consigna universal del “más vale prevenir” lleva ciegamente a miles de personas a someterse a este tipo de pruebas de cribado, incluso a veces sin pertenecer a “grupos de riesgo” y con pruebas y sistemáticas de dudosa validez científica para el fin que se utiliza.
El razonamiento de estos cribados callejeros masivos y a discreción es impecable: detectar tempranamente la enfermedad crónica para poder iniciar el tratamiento lo antes posible, con el fin de mejorar el pronóstico, la calidad de vida y los resultados en salud. Y a cuanta más gente se aplique, mejor. La extrapolación de esta lógica para el caso de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) es hacer espirometrías por doquier y sin mirar a quién. Pero a un observador inquieto de estas campañas se le pasa por la cabeza cuestionarse si el loable fin de buscar la salud y detectar la enfermedad justifica unos medios de naturaleza incierta: ¿Vale la pena hacer cribados poblacionales de la EPOC o existen alternativas con un mejor balance beneficios-riesgos-inconvenientes-costes?
Cribado indiscriminado
En un ejercicio de abstracción, demos por válida la asunción de que el cribado masivo puede ser útil y dispongámonos a llevarlo a cabo, pero en una población representativa, para evitar sesgos de selección. Primero habrá que ver si nuestro programa cumple con los criterios que desde hace más de 40 años se reconocen como requisitos de toda actividad de cribado poblacional (tabla 1) 1. Y sí, cumpliría la mayoría, pero no está tan claro para algunos otros. ¿Por qué?
Veamos la literatura científica. ¿Qué prevalencia tiene la EPOC en nuestro país? Según estudios de base poblacional, alrededor de un 10%. De ellos, poco menos de la mitad estarían situados en los estadios II, III o IV de GOLD 2. Recordemos que sólo los pacientes situados en estas fases son los que se beneficiarían del tratamiento farmacológico (reducción de síntomas y del número y gravedad de las exacerbaciones, mejoría de la función pulmonar y la capacidad de realizar ejercicio, etc.), que ninguno de ellos disminuye la mortalidad, que la rehabilitación respiratoria (fisioterapia, soporte emocional, ejercicio físico) sólo ha demostrado beneficios (mejoría disnea, capacidad de esfuerzo, calidad de vida y síntomas psicosociales) en pacientes en estadios moderados-graves y que la oxigenoterapia continua domiciliaria, aunque disminuye la mortalidad, queda reservada para casos muy graves 3.
Ahora bien, ¿qué hacemos con los muchos pacientes con EPOC leve asintomáticos? Prácticamente nada, salvo animarle a dejar de fumar. Los que lo consiguen (en el mejor de los casos un 15-20% de los que lo intentan) aminoran la caída irreversible de la función pulmonar propia de la edad 4. Pero ¿contribuye realmente la espirometría a que los fumadores dejen ese hábito? Pues parece que sí, por aquello de que una espirometría anormal podría incentivar la abstinencia (¡al igual que una prueba normal podría reforzar el consumo!), pero de nuevo los que más se benefician son los pacientes que padecen una obstrucción moderada o grave 5, y en cualquier caso los datos no son concluyentes.
Por tanto, nos encontraríamos a muchos pacientes con EPOC sin diagnosticar, cierto, pero a más de la mitad de ellos sin nada o casi nada que ofrecer. Quizá por ello, la rentabilidad del cribado poblacional es tan pobre que prácticamente ningún organismo se atreve formalmente a presentarlo como una opción válida 3 6.
Cercando la criba
Aprovechemos una de las virtudes de la atención primaria en nuestro país: la accesibilidad. Hagamos la espirometría sólo a los que nos visitan. Pero no a todos, claro, sino sólo a aquellos que consideramos de “alto riesgo” (40 o más años de edad y consumo acumulado de más de 10 paquetes de tabaco-año), incluso antes de que tengan síntomas sugestivos de obstrucción pulmonar. ¿Qué pasaría? Lo esperado: ésta es una buena táctica detectando nuevos casos 7, incluso es coste-eficiente 8. Pero la cosa no queda ahí. La búsqueda de casos, al igual que ocurría con el cribado poblacional, sigue identificando a más pacientes en estadios precoces que en fases en las que podrían beneficiarse del tratamiento 9 10. Además, el éxito de esta estrategia depende de cuatro factores 10 11: 1) la prevalencia de infradiagnóstico de la EPOC, 2) la efectividad del tratamiento antitabaco, 3) la definición y clasificación de EPOC que utilicemos (no nos quedemos sólo en la función pulmonar) y 4) que la espirometría se realice de forma óptima. Muchos son, pues, los condicionantes para que esta estrategia sea realmente una opción válida. Mientras no se aclare el panorama (mejorar la calidad de las espirometrías, disponer de resultados de ensayos clínicos que incluyan pacientes en estadios leves para evaluar si las propuestas terapéuticas precoces aportan beneficios clínicos relevantes, tener a mano información local actualizada y con población representativa sobre prevalencia de EPOC sintomática, asintomática e infradiagnóstico, poder acceder a programas y medidas realmente efectivas para ayudar a dejar a fumar, etc.), no podemos quedarnos en este escalón.
Como última opción buscaremos pacientes con EPOC en aquellos que ya experimentan síntomas (prevención secundaria). ¡Bingo! Parece ser que el simple hecho de preguntar al paciente si presenta tos o disnea (además de si fuma) disminuye el número necesario de pacientes a cribar (NNS) para diagnosticar un caso de EPOC de 8 -con la estrategia de cribado en pacientes de alto riesgo- a tan sólo 2 (de 18 a 3 si nos centramos sólo en los estadios moderado-grave) 12. Aquí ya parece que el balance beneficios-riesgos-inconvenientes-costes es favorable. El problema deriva de que esta táctica implica buscar activamente estos síntomas y tratarlos, ahora sí, lo antes (y mejor) posible, y no esperar a que el paciente consulte por ellos o comience a presentar exacerbaciones y complicaciones, momento en el que quizá la enfermedad esté muy avanzada y el beneficio de nuestra intervención, de nuevo, decaiga. Por tanto, la ventana de actuación donde se maximizan los beneficios y minimizan los riesgos y costes es un tanto estrecha…
¿Diagnóstico precoz o prematuro?
Toda intervención sanitaria debe evaluarse no sólo en términos de sus potenciales beneficios, sino también de sus riesgos, inconvenientes y costes. Del resultado del análisis riguroso de este balance es de donde cabe emitir una recomendación a favor o en contra de su uso. El cribado de la EPOC no está exento de esta máxima, ni cuando se realiza masivamente ni en pacientes de alto riesgo, ni cuando se efectúa fuera o dentro de una consulta. Por eso, aunque estas estrategias consiguen hacer un diagnóstico temprano de la EPOC a muchos pacientes a los que hay que lograr atender lo mejor posible, a muchos otros lo que podemos estar haciendo es convertirlos prematuramente en enfermos sin salida, con todo lo que ello supone.
Sin duda, las campañas de sensibilización, los programas de cribado poblacional e incluso la búsqueda oportunista de casos consiguen dar visibilidad y dimensionar la importancia de este problema. Pero cuando existen pruebas de que el balance es negativo, y a pesar de ello se persiste en su utilización, hay que buscar fuera del ámbito de lo estrictamente científico la motivación de estas iniciativas de tanta aceptación social.

Tabla 1. Principios de la defección precoz de enfermedades. Modificado de Wilson y Jungner 1.

  1. La enfermedad deber ser un problema de salud importante.
  1. Debe existir un tratamiento aceptado para los pacientes en los que se identifica la enfermedad.
  1. Debe presentar una fase de latencia identificable, duradera y de prevalencia elevada en la población objetivo del cribado.
  1. Debe existir una prueba adecuada para el diagnóstico y con unos criterios bien establecidos.
  1. La prueba diagnóstica debe ser aceptable para la población
  1. La historia natural de la enfermedad debe ser conocida de forma precisa.
  1. El programa debe tener unos costes adecuados a su eficacia.
  1. El tratamiento efectuado en la fase subclínica debe ser más efectivo en términos de mejorar el pronóstico y la evolución de la enfermedad que el tratamiento efectuado después del diagnóstico clínico habitual.


BIBLIOGRAFÍA
1. Wilson JM, Lungner YG. Principios y métodos del examen colectivo para identificar enfermedades. Boletín de la Oficina Sanitaria Panamericana 1968 65:281-393. Disponible en: http://hist.library.paho.org/spanish/Bol/v65n4p281.pdf.
2. Soriano JB, Miravitlles M, Borderías L, Duran-Tauleria E, García Río F, Martínez J, et al. Diferencias geográficas en la prevalencia de EPOC en España: relación con hábito tabáquico, tasas de mortalidad y otros determinantes. Archivos de Bronconeumología 2010;46:522-30.
3. Grupo de trabajo de la guía de práctica clínica sobre Atención Integral al paciente con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). Desde la Atención Primaria a la Especializada. Sociedad Española de Medicina de Familia (semFYC) y Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). 2010. Disponible en: http://www.guiasalud.es/GPC/GPC_468_EPOC_AP_AE.pdf.
4. Godtfredsen NS, Lam TH, Hansel TT, Leon ME, Gray N, Dresler C, et al. COPD-related morbidity and mortality after smoking cessation: status of the evidence. European Respiratory Journal 2008:844-53.
5. Bednarek M, Gorecka D, Wielgomas J, Czajkowska-Malinowska M, Regula J, Mieszko-Filipczyk G, et al. Smokers with airway obstruction are more likely to quit smoking. Thorax 2006;61:869-73.
6. Lin K, Watkins B, Johnson T, Rodriguez JA, Barton MB. Screening for Chronic Obstructive Pulmonary Disease: U.S. Preventive Services Task Force Recommendations. Annals of Internal Medicine 2008;148:535-43.
7. Zieliñski J, Bednarek M. Early detection of COPD in a high-risk population using spirometric screening. Chest 2001;119:731-6.
8. National Institute for Clinical Excellence. Chronic obstructive pulmonary disease: national clinical guideline on management of chronic obstructive pulmonary disease in adults in primary and secondary care. Appendix B: The cost effectiveness of opportunistic case finding in primary care. Thorax 2004 59(Suppl 1):i175-i190.
9. Tinkelman DG, Price D, Nordyke RJ, Halbert RJ. COPD screening efforts in primary care: what is the yield? Primary Care Respiratory Journal 2007 16:41-8.
10. van Schayck CP, Loozen JMC, Wagena E, Akkermans RP, Wesseling GJ. Detecting patients at a high risk of developing chronic obstructive pulmonary disease in general practice: cross sectional case finding study. BMJ 2002;324:1370–3.
11. van der Molen T, Schokker S. Primary Prevention of Chronic Obstructive Pulmonary Disease in Primary Care. Proceedings of the American Thoracic Society 2009;6:704-6.
12. Harald Kg, Norbert M, Thomas G, Tobias W. Preselection of patients at risk for COPD by two simple screening questions. Respiratory Medicine 2010;104:1012-9.






No hay comentarios:

Publicar un comentario