“El conjunto de facultativos debe tener en cuenta que la
inmuno senescencia no justifica la prescripción preventiva de
antibióticos en personas ancianas ante el riesgo de desarrollo de
complicaciones de procesos víricos”, así de contundente y conforme a la
evidencia se manifiestan desde el Grupo de Trabajo en Enfermedades
Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria
(semFYC), en el contexto del Día Europeo del Uso Prudente de
Antibióticos, que se conmemora hoy. En este marco, lanza un conjunto de
recomendaciones dirigidas específicamente al manejo racional de
infecciones en personas mayores. Este documento aborda, desde una
perspectiva basada en la evidencia, la necesidad de prevenir el uso
inadecuado de antibióticos para reducir la resistencia antimicrobiana,
mejorar los resultados clínicos y proteger la salud de esta población
vulnerable.
El aumento indiscriminado de la prescripción de antibióticos de amplio
espectro, particularmente en personas mayores, plantea serios riesgos
para la salud pública. Este grupo poblacional, que suele presentar
infecciones con síntomas atípicos y coexistencia de comorbilidades,
enfrenta mayores tasas de efectos adversos y complicaciones asociadas al
uso innecesario de antimicrobianos. En este contexto, el documento de
la semFYC ofrece un enfoque integral para minimizar estos riesgos
mediante una estrategia de manejo responsable y ajustado a las
características clínicas de cada caso.
El documento subraya la importancia de entender que a partir de los 65
años, aproximadamente, hay “mayor riesgo de condiciones de salud
relacionadas con la edad, aunque esto no necesariamente implica una
pérdida significativa de funcionalidad o independencia”. Pero, además, a
medida que se envejece se ha de tener en cuenta la mayor incidencia de
fragilidad, dependencia funcional y requerimientos de cuidados más
complejos, por ello “resulta esencial adaptar las estrategias clínicas y
terapéuticas a las particularidades de este grupo poblacional,
asegurando un abordaje más eficaz y adecuado a sus necesidades
específicas”, explica el documento.
Evitar el uso intuitivo y reducir la pauta
El documento reflexiona sobre las prácticas clínicas en las consultas
médicas de los distintos niveles asistenciales del Sistema Nacional de
Salud, así como en los entornos de residencias geriátricas. La
percepción en todos los entornos es que “las infecciones en mayores
suelen presentarse con manifestaciones atípicas, como deterioro
funcional o mental sin fiebre ni otros signos clásicos de infección, y
suele iniciarse el tratamiento sin un diagnóstico claro”. Para el Grupo
de Trabajo en Enfermedades Infecciosas “iniciar tratamientos empíricos
sin un diagnóstico claro no solo puede ser ineficaz, sino también
peligroso”. El documento enfatiza la necesidad de un diagnóstico
riguroso antes de recurrir a antibióticos.
Las pautas largas de prescripción también son el foco de su análisis y
de hecho se hace hincapié en la evidencia sustentada por “estudios
recientes que destacan que los tratamientos más cortos (≤7 días) son
igual de efectivos que pautas prolongadas en infecciones comunes, como
neumonías o infecciones urinarias, y reducen los efectos adversos y el
riesgo de resistencia”.
Desde un punto de vista clínico y en base a la evidencia el documento
también analiza qué tipo de antimicrobiano debería administrarse en cada
caso.
Manejo de infecciones específicas
Más allá de prescripciones específicas, el Grupo de Trabajo de
Enfermedades Infecciosas de la semFYC señala tres situaciones clínicas
en las que, específicamente en colectivos de personas ancianas, se debe
ser especialmente cauteloso al prescribir fármacos antimicrobianos.
- En cuanto al manejo de las infecciones, es importante destacar que en el caso de las infecciones respiratorias, como la bronquitis aguda, la mayoría de las veces de origen viral, no se recomienda el uso de antibióticos salvo en situaciones donde haya complicaciones bacterianas confirmadas.
- Respecto a las infecciones urinarias, el tratamiento de la bacteriuria asintomática en personas mayores que no utilizan sonda urinaria resulta innecesario y puede contribuir al desarrollo de resistencias antimicrobianas. Asimismo, el uso profiláctico de antibióticos durante los cambios de sonda urinaria no está indicado en ausencia de infección activa.
- Por otro lado, en el manejo de las úlceras por presión, el uso de antibióticos debe limitarse exclusivamente a casos en los que existan signos claros de infección sistémica, mientras que las úlceras colonizadas sin infección activa deben tratarse mediante cuidados locales, como limpieza adecuada y desbridamiento.
El documento resalta que el uso prudente de antibióticos implica
priorizar tratamientos dirigidos y ajustar las decisiones terapéuticas a
las características específicas de cada paciente, promoviendo
alternativas no farmacológicas cuando sea posible.
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