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La osteoporosis, la osteopenia y las fracturas por traumatismo mínimo son cada vez más comunes en la población que envejece. Las fracturas provocan aumentos en la morbilidad y mortalidad y tienen un impacto económico significativo en el sistema de salud y la sociedad. El tratamiento temprano de los factores de riesgo de la osteoporosis puede prevenir o retrasar la aparición de fracturas y el uso de medicamentos. Los suplementos de calcio y vitamina D pueden beneficiar a las personas con un alto riesgo de deficiencia (p. ej., personas mayores institucionalizadas), pero es posible que no se requieran en personas sin factores de riesgo. Los ejercicios de impacto y resistencia y la actividad física pueden aumentar la densidad ósea y prevenir caídas. Los fármacos antirresortivos como los bisfosfonatos y el denosumab siguen siendo opciones de tratamiento de primera línea para la osteoporosis. La necesidad continua de bisfosfonatos debe evaluarse después de cinco años y, en ese caso, el tratamiento puede interrumpirse en algunos pacientes. La pérdida ósea progresiva reaparecerá lentamente. El tratamiento con denosumab no debe interrumpirse sin cambiar a otro tratamiento, ya que la pérdida ósea posterior al tratamiento puede progresar rápidamente. Todos los pacientes necesitarán un control continuo y la mayoría requerirá una terapia a largo plazo una vez que comience. Se puede considerar el raloxifeno en mujeres que no toleran los fármacos antirresortivos de primera línea. Romosozumab es un nuevo tratamiento anabólico para la osteoporosis y, junto con la teriparatida, está subvencionado como tratamiento de segunda línea para personas con enfermedad grave y fracturas múltiples. Se debe considerar la derivación a un especialista para los pacientes que sufren fracturas mientras reciben tratamiento para la osteoporosis.
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