https://www.sefap.org/2021/01/19/supervitaminarse-o-mineralizarse-esa-es-la-cuestion/
Aún queda en la retina y en el recuerdo de muchos,
aquel super ratón, que en sus despedidas aconsejaba infatigablemente la
tarea de supervitaminarse y mineralizarse, tarea ésta que parece haberse
vuelto paradójicamente un “hábito” obsesivo-compulsivo en las
sociedades de los países ricos, donde la desnutrición concretamente no se
encuentra entre sus problemas de salud.
¿Por qué hablamos de vitaminas y minerales?
Hace unos meses la
prestigiosa revista Australian Prescriber publicó un interesante artículo donde abordaba este
“hábito” supervitaminizador y mineralizador. En él, reflejaban el impactante
consumo de complementos alimenticios (vitaminas y minerales) en su población
(63% de la misma los usa regularmente), subrayando además de forma importante,
los problemas de seguridad que esto conlleva. “Hábito” éste,
por cierto, del cual tampoco nos libramos en España. Así se recoge en un informe de la OCU sobre suplementos
dietéticos y alimenticios publicado en octubre del 2021, donde refiere que el
42% de la población indicaba que había tomado complementos en los últimos 12
meses y como era de esperar, la pandemia de la COVID influyó también de forma
determinante: un 37% de los encuestados afirmaba haber incrementado la
ingesta de suplementos desde la crisis del coronavirus.
… Los suplementos o complementos alimenticios …
El término denominado suplemento o complemento alimenticio engloba
un número variado de productos cuya función es contribuir a mantener una
ingesta adecuada de ciertos nutrientes y corregir los déficits nutricionales
que puedan producirse en determinadas situaciones. Engloba
vitaminas, minerales, aminoácidos, extractos de plantas, ácidos grasos
esenciales y enzimas.
No obstante, si sólo deberían usarse en determinadas situaciones, ¿por
qué este fervor consumista de complementos?
Juan Revenga explica
esta situación, en parte, de la mano del concepto llamado “nutricionismo”. Revenga lo define como una corriente que
hace descansar en los nutrientes aislados las virtudes que tienen los alimentos
en su conjunto, produciendo, o bien una selección tergiversada de los
alimentos que van a formar parte de nuestro carro de la compra, centrándonos
en toda una gama de alimentos enriquecidos, “con” o productos “sin” o con
contenido reducido “en”… que en definitiva nos alejan de una alimentación
saludable basada en comida real, lejos de alimentos procesados y
ultraprocesados, o bien, un consumo colosal de suplementos o
complementos nutricionales que no harían ninguna falta si se siguiese
un patrón de alimentación equilibrado. En ambos casos, con
consecuencias no deseables ni en nuestra salud ni en nuestra economía. Este
nutricionismo sería la base ideológica de la venta de todo
tipo de suplementos: calcio para los huesos, omegas para el corazón, vitamina C
para los resfriados etc… lo cual conforman un suculento mercado y generan
una corriente de opinión.
… La falta de información y los posibles riesgos …
Esta corriente de opinión hace que la población no tenga
información suficiente ni adecuada sobre estos complementos y así se recoge
tanto en el artículo del Australian Prescriber, como en el informe de la OCU.
En éste último por ejemplo, a través de una encuesta comprobó que una buena
parte de los ciudadanos tenía ideas equivocadas sobre estos productos en
relación a sus posibles riesgos y, en algunos casos, contraindicaciones. De
hecho, según los datos publicados por la OCU, éstos sugieren que la población
tiende a considerarlos como inocuos, útiles para cualquiera y dotados
de valiosas propiedades, a pesar de que sabemos que esto no es así. De
hecho, existe un amplio abanico de potenciales daños producidos por estos
complementos, que van desde signos de hipervitaminosis (especialmente con las
vitaminas liposolubles: A, D y E), lesiones en la piel, riñón o hígado,
neuropatías sensoriales periféricas etc., hasta problemas de interacciones,
bien con medicamentos a nivel farmacodinámico o farmacocinético, o bien por el
posible enmascaramiento de síntomas de enfermedades, pasando por retrasos en el
uso de terapias más efectivas, falsa sensación de esperanza, aumento de la
carga medicamentosa que pueda tener un paciente, alto coste económico e incluso
fraude.
Debido pues a este amplio rango de efectos adversos (sin hacer mención de
los escasos beneficios que estos productos podrían aportar) igual sería
conveniente tomar consciencia de algunos puntos clave como:
·
Estos productos no deben ser consumidos por personas sin problemas de salud
concretos.
·
Los profesionales sanitarios, y aquí el FAP jugaría un papel crucial, deberían ayudar
a construir una decisión informada sobre el uso de estos complementos
nutricionales informando adecuadamente sobre el balance entre los riesgos,
beneficios, inconvenientes y costes, además de incluir en su historia clínica
el consumo de estos productos si los hubiera, y reportar sospechas de posibles
efectos adversos si se detectaran.
Por último, emulando a
súper-ratón, nos despedimos recordando que no olviden super-engancharse a una
buena dieta alimentaria, y entre ella tampoco olviden que la mediterránea se
llevaría la palma, tal y como quedó demostrado en el estudio PREDIMED
Entrada elaborada por Olga Ortiz Rodríguez. Farmacéutica del Área de Salud Llerena-Zafra. La publicación de esta entrada se ha realizado con carácter personal y no tiene porqué representar la posición de la organización en la que desarrollan su actividad profesional
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