La eficacia de la amantadina en el tratamiento sintomático de los pacientes con enfermedad de Parkinson, descubierta por casualidad hace más de 50 años, ha resistido la prueba del tiempo y los neurólogos todavía utilizan el fármaco habitualmente en la actualidad. Sus acciones farmacológicas son únicas al combinar propiedades dopaminérgicas y glutamatérgicas, lo que explica su doble efecto sobre los signos y síntomas parkinsonianos y las discinesias inducidas por levodopa. Además, la amantadina tiene efectos farmacológicos adicionales y menos definidos, incluida la actividad anticolinérgica y serotoninérgica. La evidencia de los ensayos controlados aleatorios durante los últimos 5 años ha confirmado la eficacia de la amantadina para tratar las discinesias inducidas por levodopa en pacientes con enfermedad de Parkinson, y los estudios clínicos también han respaldado su potencial para reducir las fluctuaciones motoras. Otros usos de la amantadina, como en el tratamiento del parkinsonismo inducido por fármacos, el parkinsonismo atípico, la enfermedad de Huntington o la discinesia tardía, carecen de una base de evidencia sólida. Los ensayos futuros deben examinar su papel en el tratamiento de los síntomas motores y no motores en pacientes con enfermedad de Parkinson temprana y aquellos con otros trastornos del movimiento.
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