https://www.aafp.org/afp/2021/0700/p34.html
La pérdida de peso involuntaria en personas mayores de 65 años se asocia con un aumento de la morbilidad y la mortalidad. Las enfermedades no malignas son causas más comunes de pérdida de peso involuntaria en esta población que las malignas. Sin embargo, la malignidad representa hasta un tercio de los casos de pérdida de peso involuntaria. El uso de medicamentos y la polifarmacia pueden interferir con el sentido del gusto o inducir náuseas y no deben pasarse por alto como factores causales. Los factores sociales como el aislamiento y las limitaciones económicas pueden contribuir a una pérdida de peso no intencionada. No se encuentra una causa fácilmente identificable en el 6% al 28% de los casos. Las pruebas recomendadas incluyen exámenes de detección de cáncer apropiados para la edad, hemograma completo, panel metabólico básico, pruebas de función hepática, pruebas de función tiroidea, nivel de proteína C reactiva, velocidad de sedimentación globular, medición de lactato deshidrogenasa, ferritina, electroforesis de proteínas y análisis de orina. Se deben realizar radiografías de tórax y análisis de sangre oculta en heces. Se pueden considerar más pruebas de diagnóstico por imágenes y pruebas invasivas en función de la evaluación inicial. Cuando la evaluación inicial es normal, se recomienda un período de observación de tres a seis meses con un seguimiento basado en las preferencias del médico y del paciente. El tratamiento debe centrarse en la causa subyacente, si se conoce. Se deben considerar modificaciones dietéticas que tengan en cuenta las preferencias del paciente y las discapacidades para masticar o tragar. No se recomiendan los estimulantes del apetito ni los suplementos ricos en calorías. El tratamiento debe centrarse en la asistencia alimentaria, abordar los medicamentos contribuyentes, proporcionar alimentos atractivos y apoyo social.
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