El tabaquismo es una enfermedad crónica y adictiva y es la primera causa de morbimortalidad evitable. Las medidas de mayor impacto para disminuir la prevalencia del consumo de tabaco son las de control: el aumento de precios, los espacios sin humo, la prohibición de la publicidad, las campañas sanitarias y también, de forma sinérgica y complementaria, la financiación del tratamiento farmacológico del tabaquismo1 . La orientación cognitivo conductual, que incluye el consejo breve y el apoyo intensivo individual o grupal, es el tratamiento básico para ayudar a dejar de fumar. El tratamiento farmacológico es una medida complementaria, que aumenta las posibilidades de abandono, obteniéndose mejores resultados con la combinación de ambos. Los fármacos actualmente usados en el tratamiento del tabaquismo son: la terapia sustitutiva con nicotina (TSN), bupropión y vareniclina (ver tabla 1). Todos ellos han demostrado ser eficaces, pudiendo llegar a duplicar las posibilidades de dejar de fumar con respecto a la ausencia del tratamiento al cabo de 12 meses, por lo que las principales guías de práctica clínica proponen ofrecer tratamiento farmacológico a las personas que quieran dejar de fumar, excepto en caso de contraindicación. En 2008 se elaboró un boletín sobre deshabituación tabáquica donde se revisaban las herramientas disponibles para ayudar a los pacientes a dejar de fumar, entre ellas el tratamiento farmacológico. Debido a la inclusión en la financiación del Sistema Nacional de Salud de algunas presentaciones de bupropión y vareniclina, en este boletín se actualizan las distintas opciones farmacológicas para ayudar a dejar de fumar, profundizando en los aspectos de seguridad de los dos fármacos financiados.
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