La población insitucionalizada presenta un alto riesgo de
polimedicación, debido fundamentalmente a la presencia de numerosas
comorbilidades asociadas a la edad unido a otros factores como
fragilidad y dependencia. Además es el grupo de población, junto con los
niños, más susceptible de sufrir eventos adversos relacionados con la
medicación, de ahí la importancia de promover medidas de deprescripción.
La deprescripción
debería aplicarse siempre que se vayan acumulando medicamentos en el
tratamiento de una persona, ante cambios clínicos relevantes o
situaciones vitales que hagan necesaria una reevaluación de la
medicación.
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