martes, 4 de febrero de 2020

Medscape. Cuando lo orgánico no lo explica todo: trastornos funcionales neurológicos.

La prevalencia de los trastornos neurológicos funcionales es de 50 por 100.000 habitantes, y en algunas clínicas neurológicas 5,4% de los pacientes tiene un diagnóstico primario de este tipo, y hasta 30% de los enfermos neurológicos tiene síntomas que no son completamente explicables por una enfermedad "orgánica". En algunos países hay centros especializados para el tratamiento de estos enfermos, pero en otros la formación que reciben los médicos sobre este tipo de padecimientos es limitada.[2]
Las mujeres se afectan con más frecuencia que los varones, y su presentación es común en los años de vida productiva. En los últimos años se han reconocido algunos trastornos neurológicos comunes como trastornos funcionales, de forma análoga a lo que sucede en el campo de la gastroenterología con el trastorno funcional digestivo y la dispepsia funcional.[3] A continuación describiré algunos trastornos neurológicos funcionales más comunes:
  1. Crisis no epilépticas: se denominan "pseudocrisis", "crisis psicogénicas" o "crisis no epilépticas", que consisten en episodios de movimientos alterados, sensaciones o experiencias distinguidas de las crisis epilépticas por la falta de actividad ictal anormal en el parénquima cerebral. Cerca de 25% de los pacientes referidos a centros de epilepsia por "farmacorresistencia" tiene este tipo de padecimiento; el diagnóstico correcto puede tardar 1 - 7 años en establecerse, y su presencia no excluye el diagnóstico de epilepsia, es decir, los pacientes con epilepsia también pueden padecer crisis no epilépticas. Algunos signos que caracterizan a las crisis no epilépticas incluyen: duración mayor, curso fluctuante, movimientos asincrónicos, fenomenología alternante, y sobre todo, falta de respuesta a tratamiento antiepiléptico.[4]
  2. Síntomas motores: inicio súbito y fluctuante que no es consistente en la exploración, es decir, que desaparece con la distracción, incrementa con la atención y muestra excesiva fatiga, es posible que sea funcional. Los trastornos funcionales del lenguaje incluyen las alteraciones de la afluencia con tartamudeo, esfuerzo excesivo al hablar y anormalidades en la prosodia (por ejemplo, acento extranjero) a menudo con síntomas sobrepuestos y que no tienen una correlación anatómica. En este rubro se incluyen los trastornos motores manifestados con "parkinsonismo o distonía" funcionales, que también muestran algunas inconsistencias como ausencia de bradicinesia clásica, o variabilidad de posiciones en las diferentes fases de la exploración. Otro síndrome recientemente mencionado es el miclono propioespinal que se describe como "sacudidas" arrítmicas en flexión del tronco, cadera y rodillas, que se incrementan con el paciente en posición supina con estímulos sensitivos y se relaciona con otros trastornos funcionales somáticos.
  3. Amnesia psicogénica: se refiere a la pérdida de memoria de presunta causa psicológica; puede ser "global" o específica a una situación. La amnesia global psicogénica se caracteriza por la pérdida súbita de la totalidad de recuerdos autobiográficos del pasado de una persona. Hay pérdida del sentido de identidad personal y un periodo errante (fuga psicogénica) que dura desde unos días hasta 4 semanas. Algunos factores precipitantes identificados incluyen una crisis emocional, financiera, antecedente de ánimo deprimido, ideación suicida, o historia previa de amnesia.[5]
La fisiopatología planteada de estos trastornos consiste en la "conversión" de un estrés psicológico en un síntoma físico. Sin embargo, estudios funcionales de neuroimagen muestran disfunción a nivel de la conectividad neuronal y algunas áreas, por ejemplo, en pacientes con distonía o temblor funcional, existe hipoactivación del área motora suplementaria, un área crucial para la selección de un acto motor y la preparación del movimiento, así como conectividad alterada entre esta área y el sistema límbico.

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