Uno de los retos de la mayoría de los sistemas sanitarios es la
introducción reformas que mejoren la eficiencia y la efectividad de la
atención primaria, que promuevan la visión generalista y el valor de la
práctica clínica y que reduzcan la burocracia. Algunos se preguntarán
por qué hay que reformar el modelo de asignación poblacional actual
(conocido como el sistema de "cupos"), si es el que institucionalizó la
reforma de la atención primaria de 1985. La respuesta es que este modelo
está hoy superado debido a que la gran variabilidad de demanda que se
debe atender desde una agenda única es agotadora para el profesional y a
menudo poco resolutiva para el paciente y, además, las asignaciones
individualizadas no garantizan, en la práctica, el principio de
longitudinalidad.
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