Es sabido que observar una actitud saludable mejora la calidad y la
cantidad de vida. Por lo tanto, como profesionales de la clínica, cuando
tengamos cuidado de personas mayores, conviene estar siempre atentos a
promover la comida saludable y equilibrada, dar buenos consejos para
reducir el sobrepeso, fomentar la actividad física y, sobre todo, echar
una mano con la soledad y el aislamiento al que se ven abocados tantos
ancianos. Hasta aquí todos de acuerdo, pero el problema se plantea con
la actitud de médicos y pacientes ante la medicalización de la
prevención, la cual llega a las edades avanzadas como un lastre que las
personas arrastran a lo largo de su vida adulta.
Los estudios nos avisan de cifras sobre el consumo de medicina
preventiva entre la gente mayor que, como mínimo, invitan a la reflexión
y, para hacerlo sencillo, nos centraremos sólo en dos elementos:
estatinas para el riesgo cardiovascular y cribados de prevención de
varios cánceres.
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