En comparación con los pacientes del grupo de prevención primaria, los del grupo de prevención secundaria tuvieron mayores tasas absolutas en los siguientes resultados: tenían aproximadamente el doble de probabilidades de tener un evento de desenlace primario (muerte cardiovascular, infarto de miocardio no mortal o accidente cerebrovascular no mortal): 36,9 frente a 15,7 por 1.000 años-paciente (p < 0,001).
Los pacientes del grupo de prevención secundaria también tuvieron una probabilidad 1,6 veces mayor (8,0 frente a 5,1 por 1.000 años-paciente) de tener un resultado renal pobre (una reducción del 40% en la tasa de filtración glomerular estimada, requerir de terapia de reemplazo renal o muerte por enfermedad renal).
Y tuvieron una probabilidad casi tres veces mayor (9,9 frente a 2,4 por 1.000 años-paciente) de requerir una amputación.
Pero cuando se trató de reducir los eventos, estos fueron muy similares: durante un seguimiento promedio de 3,6 años, los pacientes en el grupo de prevención secundaria tuvieron una probabilidad 32% menor de tener una hospitalización por insuficiencia cardiaca (HR: 0,68), mientras que aquellos en el grupo de prevención primaria tuvieron una probabilidad 36% menor (HR: 0,64) si recibieron canagliflozina frente al placebo (p para la interacción = 0,91).
La historia fue la misma para los desenlaces renales. Los pacientes en el grupo de prevención primaria tuvieron una probabilidad 37% menor de presentar un resultado renal pobre (HR: 0,63), en comparación con una reducción del 41% en el grupo de prevención secundaria (HR: 0,59) si recibieron canagliflozina (p para la interacción = 0,73).
Y en el nuevo análisis, las amputaciones de las extremidades inferiores se incrementaron de manera similar en ambas cohortes de prevención primaria y secundaria (HR: 2,07 y 1,52, respectivamente; p para la interacción = 0,63) entre los que tomaron canagliflozina, en comparación con el placebo.
Esto se tradujo a 21 amputaciones más de la extremidad inferior por cada 1.000 pacientes en el grupo de prevención secundaria y cinco amputaciones más por cada 1.000 pacientes del grupo de prevención primaria entre los que recibieron canagliflozina frente al placebo en 5 años. Estas fueron principalmente amputaciones de falanges y metatarsos (71%).
No existe evidencia de ningún vínculo entre algún otro inhibidor de SGLT2 y el riesgo de amputación, incluso en un nuevo análisis del único otro ensayo de desenlaces cardiovasculares con un inhibidor de SGLT2, EMPA-REG, con empagliflozina (Jardiance, Boehringer Ingelheim).
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