La falta de recursos terapéuticos para patologías tan frecuentes ha facilitado que muchos prescriptores accedan a las invitaciones a tratar la lumbalgia (con o sin ciática) con pregabalina o con gabapentina.
La semana pasada el NEJM nos sorprendió con un ensayo clínico sobre el tratamiento de la ciática aguda o crónica (NEJM 2017;376:1111-20).
Se comparó la eficacia de pregabalina con la de placebo para disminuir el dolor y la incapacidad en pacientes con ciática. Los resultados se evaluaron a las 8 y a las 52 semanas: no había diferencias entre pregabalina y placebo:
En los gráficos se puede ver la regresión a la media: la gente va al médico porque se encuentra mal, pero después el problema mejora parcialmente de manera espontánea, con placebo o con fármaco.
Aunque la dosis tenía que aumentar progresivamente hasta 600 mg al día en la 8a semana, los pacientes no pudieron pasar de un promedio de 260 mg al día. Se registraron 227 episodios adversos en el grupo pregabalina, comparado con 124 en el grupo placebo. Los más frecuentes fueron inestabilidad.
Un metanálisis de la Colaboración Cochrane reveló que a dosis de 150 mg al día la pregabalina no es eficaz. Dosis más altas producen efectos adversos que afectan seriamente la calidad de vida (inestabilidad, somnolencia, fatiga). La ficha técnica afirma que hay que ser especialmente prudente en las personas de edad avanzada. Lo cierto es que pregabalina y gabapentina son utilizadas sobre todo en personas de edad avanzada, sin que se hayan hecho estudios para evaluar su eficacia e inseguridad en estos pacientes.
En un reciente Butlletí Groc hemos comentado las dificultades del tratamiento farmacológico de la lumbalgia y la importancia de las medidas físicas (Butll Groc 2015;28:5-10).
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