Eran las
2,30 horas de la madrugada, trascurría una guardia tranquila. Más o
menos en ese momento sonó el timbre y lo hizo de forma airada, nos
pusimos todos en pie para dirigirnos a la puerta. Al abrirla nos
encontramos con un adulto joven que traía un perro en brazos: "Ayudadme por favor, que el perro se muere y es de mi abuela". Nos
dejamos llevar por la palabra `ayuda´ y lo que conlleva para alguien
que se dedica al cuidado de las personas, atendimos al perro de una
sobredosis de cannabis que su cuidador le había proporcionado. Cuando
comprobé que el perro estaba bien, le indiqué que fuera a un
veterinario, a lo que me contestó que lo había llamado pero que éste le
cobraba 150€ y por eso decidió traerlo al centro de salud, donde seguro
que le resolveríamos su problema.
Estaba yo
pasando consulta de tarde, cuando entró el siguiente paciente, era una
pareja de la Guardia Civil que traía una mujer anciana no conocida por
mi, se la habían encontrado caminando por la carretera. La mujer tenía
una aspecto desaliñado, con un color de tez teñido por el sol, pero me
respondió de forma muy cuerda y serena ante las primeras preguntas de la
anamnesis: "Yo estoy bien, no estoy enferma, solo que no tengo donde ir". Los
miembros de una institución oficial del estado habían traído a los
servicios sanitarios públicos a una persona que no estaba enferma, tenía
un problema social. Nosotros, los de la sanidad pública lo
resolveríamos.
Estas dos
situaciones y otras similares, que parecen aisladas, se dan en toda la
geografía española de forma habitual en los servicios sanitarios
públicos. ¿Porqué la sociedad ha llegado a creer en la omnipotencia de la sanidad pública? ¿Quién nos ha llevado a esta situación?
A pesar de
que los profesionales sanitarios transmitimos nuestro conocimiento
adaptándolo al receptor y damos instrucciones de forma clara,
innumerablemente y por diferentes vías, estos mensajes no calan en la
población.
Todos los anuncios de educación sanitaria, deben ir acompañados de medidas socio-políticas para que surtan efecto
y no me estoy refiriendo a medidas fáciles como el copago (aunque este
también debería tenerse en cuenta en determinadas situaciones), sino a
otras como las tomadas en el caso de el tabaco. Todos los sanitarios
llevamos años aconsejando dejar de fumar: consejo breve, programas de
ayuda, medicamentos y terapia para deshabituación, teléfonos de ayuda
... lo que ha causado el mayor descenso del hábito de fumar ha sido la
legislación vigente y el aumento del precio de las cajetillas del tabaco
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