Trisha Greenhalgh es
una de las mejores investigadoras sobre servicios sanitarios del mundo.
No solo por los temas abordados,sino también por las metodologías
utilizadas. En las organizaciones sanitarias no es factible realizar
ensayos clínicos randomizados para comprobar la efectividad de una
innovación, y Greenhalgh lleva años demostrando que se puede realizar
muy buena investigación organizativa con métodos diferentes a los que se
emplea en la clínica.
Una de sus principales áreas de investigación es la relativa a la
utilización de la historia clínica electrónica, de escaso interés en
España ,donde se considera mayoritariamente que todo lo electrónico es intrínsecamente bueno. Greenhalgh publicó junto a Deborah Swinglehurst y Celia Roberts
un excelente trabajo en BMJ Open sobre la forma en que la estructura
de las historias electrónicas moldea la forma en que los médicos
generales atienden a los pacientes crónicos. Para ello realizan un
estudio de etnografía lingüística combinando el registro de notas sobre
el terreno con el análisis de videos.
Priorizando la profundidad sobre la amplitud, analizan dos centros de
atención primaria, desde el funcionamiento en las áreas administrativas
hasta las consultas de 36 enfermeras.
Los resultados obtenidos deberían habernos hecho reflexionar: observan que “las
consultas se centran de forma explícita o implícita en los protocolos
basados en la evidencia que están insertos en las planillas de la
historia clínica. Dichas planillas no solamente identifican las tareas a
realizar, sino que contribuyen a moldear lo que se supone que son o
deben ser las enfermedades crónicas, quçe cuidados deben ser prestados y
lo que significa ser paciente o profesional en este contexto. Las
historias de los pacientes se transforman en bytes, lo particular se
generaliza, lo complejo se hace discreto, simple y manejable, la
incertidumbre se categoriza y almacena. Muchas consultas parecen
encuentros exclusivamente burocráticos, fundamentalmente orientados a la
recolección de información”.
Concluyen insistiendo en que “a pesar
de la amplísima utilización de las historias clínicas electrónicas muy
poco se está investigando sobre los efectos que tiene el uso de sus
herramientas en la práctica. Las planillas y formularios incluidos en
ellas no se limitan a registrar los resultados de la gestión de las
enfermedades crónicas, sino que están modificando profundamente la
naturaleza del trabajo. Habiendo sido diseñados para garantizar el
cumplimento de estándares de calidad están contribuyendo a la
burocratización de la atención, pudiendo marginalizar aspectos de ésta
que se encuentran fuera del foco de atención de dichos estándares. Se
precisa de trabajo creativo para evitar priorizar la atención centrada
en las instituciones a la atención centrada en el paciente”.
Como señala Greenhalgh el proceso de protocolización de lo que se
considera la correcta atención a una patología concreta, con su
consiguiente establecimiento de indicadores de control ( que son además,
adecuadamente incentivados) permite identificar a través de los
diferentes modelos de historia electrónica a aquellos pacientes fuera
de rango, “pájaros fuera de la jaula”
Un nuevo concepto de paciente emerge: “alguien cuyos datos son incompletos, o están fuera de un rango”. Y sin embargo “desde
la perspectiva del paciente, la enfermedad crónica es una experiencia
personal única, que pede implicar dolor, discapacidad, pérdida de
estatus, pérdida de ingresos y una lucha heroica por mantener la
dignidad, reconstruir su identidad y vivir una vida moral enfrentándose a
la adversidad”. Para Greenhalgh et al “ cada consulta es una
oportunidad para cada paciente de contar su historia a alguien capaz de
escuchar, quien a su vez puede dar forma a lo escuchado y actuar como
testigo de ello, porque construir una narrativa en el contexto de una
relación terapéutica es una de las formas de que un paciente puede
encontrar un sentido a su padecimiento ”
Los registros electrónicos están determinando, como señala el trabajo
de Swinglehurst et al, lo que es enfermedad, como debe ser prestada la
atención, y lo que aún es más importante, lo qué es ser clínico o ser
paciente.
No son efectos menores, de los que aquí parece que no somos conscientes.
Pero aquí también las administraciones, a través de sus 17 historias
electrónicas, están determinando lo que es la enfermedad, el buen médico
y el paciente correcto. Con la colaboración de sociedades, colegios y
buena parte de los profesionales sanitarios, que asisten y callan a
cambio de seguir cobrando incentivos
Seguimos creyendo que la historia electrónica nos hace la atención más
simple, cuando, como señalan Swinglehusrt, Greenhalgh y Roberts, es
justamente lo contrario
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