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La polimedicación —habitualmente definida como el uso simultáneo de cinco o más medicamentos— se ha convertido en una de las grandes preocupaciones en el ámbito de la atención primaria. Es especialmente frecuente en pacientes mayores, con multimorbilidad o en situación de fragilidad, aunque también afecta a personas más jóvenes con patologías crónicas múltiples.
Esta situación no es solo cuestión del número de fármacos. Lo preocupante es el potencial riesgo asociado al consumo de múltiples medicamentos: aumento de reacciones adversas, interacciones medicamentosas, prescripción inapropiada, y, no menos importante, una menor adherencia terapéutica por la propia complejidad asociada a la toma de un mayor número de medicamentos. Además, implica una mayor carga para el sistema sanitario y para los propios pacientes y sus familias.
En las consultas de un médico de familia, frecuentemente heredamos tratamientos iniciados años antes, prescritos por múltiples especialistas, y mantenidos por inercia terapéutica. Por ello, revisar periódicamente los tratamientos es tan importante como prescribir bien desde el principio.
La deprescripción es el proceso sistemático y planificado de reducción o retirada de medicamentos que pueden estar causando daño, no estar aportando beneficio o ya no tienen una indicación clara. A diferencia de la retirada brusca, la deprescripción segura se basa en una evaluación clínica rigurosa, en la comunicación con el paciente y en un seguimiento cuidadoso.
Los beneficios de esta intervención, además de una mejor alineación de la farmacoterapia con los problemas de salud del paciente, están bien documentados: reducción de efectos adversos, mejora del estado funcional y cognitivo del paciente, mejora la calidad de vida, aumento de la adherencia a los tratamientos realmente necesarios. Además, también contribuye a disminuir el riesgo de hospitalizaciones evitables y costos innecesarios.
Muchos médicos de familia refieren que no deprescriben, por no tener tiempo en sus consultas y porque en definitiva, deprescribir es “quitar pastillas” y desahuciar al paciente. En el otro extremo también nos encontramos con el médico deprescriptor porque es un "médico negacionista del medicamento", Deprescribir no es lo uno ni lo otro, deprescribir es cuidar mejor al paciente. Es un acto clínico complejo, profundamente centrado en el paciente, y es una competencia clave que debe tener el médico de familia.
Este artículo tiene como objetivo ofrecer una guía práctica y estructurada para que el médico de familia integre la deprescripción de forma segura y efectiva en su actividad clínica habitual. A través de herramientas útiles, ejemplos reales y un enfoque centrado en el paciente, exploraremos cómo convertir la revisión de la medicación en una oportunidad de mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes.