miércoles, 27 de diciembre de 2017

(FMC) Abordaje del insomnio en el adulto.

Introducción
El insomnio representa uno de los trastornos más frecuentes en la práctica clínica. Un porcentaje sustancial de la población adulta lo padece en algún momento de su vida; es el trastorno del sueño más frecuente y uno de los que tienen mayor impacto sanitario y social.
Definición
La definición general de insomnio establecida en la International Classification of Sleep Disorders (ICSD-2 e ICSD-3) consiste en una dificultad persistente del inicio del sueño, o un deterioro de la duración, la consolidación o la calidad del mismo que se producen a pesar de disponer de las adecuadas oportunidades y circunstancias para obtener un sueño de calidad, y además se traduce, de alguna forma, en afectación sintomática del funcionamiento del individuo durante el día (repercusión diurna)1,2.
Epidemiología
Las cifras de prevalencia en la población general adulta varían de unos estudios a otros dependiendo de la definición del insomnio utilizada: si se pregunta acerca de los síntomas nocturnos de insomnio, las cifras alcanzan el 30% de la población general y descienden al 10% o al 15% si se refieren a síntomas de insomnio asociados a consecuencias diurnas. Si se utilizan los criterios diagnósticos del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM) o de la ICSD, las cifras se sitúan en torno al 10%2. La prevalencia de insomnio aumenta con la edad y es dos veces más frecuente en las mujeres y personas con trastornos psicológicos o enfermedades médicas.
Para los pacientes que sufren de insomnio crónico, este representa un problema complejo en el que con frecuencia se encuentran afecciones comórbidas que magnifican los efectos negativos en la percepción de la calidad de vida y que conlleva riesgos médicos adicionales que frecuentemente llegan a comprometer la salud del individuo, y tiene consecuencias negativas en el entorno familiar, social y laboral. Así mismo el insomnio se puede manifestar en el contexto de otros padecimientos médicos; se calcula que la mitad de enfermos con problemas crónicos tienen problemas de insomnio.
Otro tipo de insomnio, el de corta duración (menos de 3 meses según la ICSD-3), usualmente se manifiesta en el contexto de factores estresantes en la vida del individuo y se ve complicado por conductas maladaptativas.
Hay pocos estudios sobre la prevalencia del insomnio en las personas mayores de 65 años. En estudios internacionales, las cifras varían entre un 12% y un 40%3.
Las consecuencias del insomnio crónico en los mayores se traducen en tiempos de reacción más lentos y mayor dificultad para mantener el equilibrio, lo que conlleva un incremento del riesgo de caídas. Estas caídas están directamente relacionadas con un aumento del riesgo de mortalidad. También presentan déficits en atención y memoria como resultado de un sueño pobre o escaso, síntomas que podrían ser malinterpretados como propios de un deterioro cognitivo leve o demencia4.

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