miércoles, 5 de octubre de 2016

DICAF. Miopatía inducida por estatinas desde la perspectiva de género.

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5021730/  
Eur J Clin Pharmacol. 2016;72(10): 1171-1176
En un estudio prospectivo no intervencionista de uso de estatinas las mujeres informaron de una mayor frecuencia de miopatía y otras reacciones adversas respecto de los hombres, así como de mayor impacto en las actividades de la vida diaria.
De forma genérica, las estatinas suponen una estrategia eficaz en la obtención de reducciones en la concentración sérica de colesterol de lipoproteína de baja densidad (LDL-CC) y para la consecuente reducción del riesgo de enfermedad cardiovascular. Pero ya en 2001, la retirada de cerivastatina puso de manifiesto la capacidad asociada a este grupo de medicamentos para provocar miopatías con mayor o menor gravedad, como aparición de rabdomiólisis por ejemplo, factor que se ha relacionado como una de las principales razones para la falta de adherencia a la terapia con estatinas.
Por otro lado varios estudios han indicado, sin poder llegar a detectar la causa, que las mujeres parecen ser más susceptibles que los hombres a reacciones adversas de los medicamentos de naturaleza muscular, especialmente las mujeres de edad avanzada.
Un nuevo estudio trata en este caso de investigar el uso y gestión de los tratamientos con estatinas desde la atención primaria, poniendo el foco en la disparidad de género y centrando el análisis en la aparición y remisión de miopatía partiendo de la propia percepción de los pacientes y de las características sintomatológicas disponibles en los registros médicos.
En el estudio, realizado en Suecia, con diseñó prospectivo no intervencionista, participaron 192 pacientes ambulatorios que en la opinión de su médico debían iniciar tratamiento con estatinas o cambiar a otra estatina. La evolución de los participantes fue seguida a lo largo de 12 meses, periodo durante el cual se realizaron diversas entrevistas de toma de datos. Además de parámetros sociodemográficos, los cuestionarios cubrieron síntomas musculares, otros síntomas que se sabe están relacionados con el tratamiento con estatinas, interferencia del tratamiento en las actividades de la vida diaria, cumplimiento del tratamiento y nivel de calidad de vida. También se recogió información sobre medicaciones concomitantes que se clasificaron en base a su capacidad de interactuar con la actividad de CYP3A4, enzima relevante en el metabolismo de algunas de las estatinas más representativas como pueden ser atorvastatina, simvastatina o lovastatina.
De los 193 pacientes inscritos inicialmente, 12 fueron desestimados bajo el epíteto de fracaso de cribado. De los 180 restantes, 120 eran pacientes que iniciaban tratamiento y 60 pacientes con consideración de cambio de estatina. El porcentaje de hombres y mujeres se encontraba equilibrado. Al inicio del estudio, el 35% de las mujeres y el 58% de los hombres declararon no tener síntomas musculares y en los que sí informaron de sintomatología miálgica previa (dolor, debilidad,…), el 65% frente al 42%, en relación a mujeres y hombres, los clasificaron como de intensidad leve o moderada. Ningún paciente describe su estado muscular como grave al inicio del estudio. Las reacciones adversas musculares aparecidas durante el tratamiento y el momento de su presentación respecto de la línea de base se evaluaron sólo en pacientes que iniciaban terapia, mientras que en el grupo de cambio de agente se evaluó si los síntomas musculares mejoraron con el cambio de estatina.
Completaron el tratamiento con seguimiento la gran mayoría de los participantes (78% mujeres; 86% hombres), y entre los que lo abandonaron debido a síntomas musculares, predominaron las mujeres (70%) respecto de los hombres (25%). Después de analizar los resultados se encontró que, de entre todos los sujetos, el 14% experimentó miopatía: el 17% de las mujeres y el 12% de los hombres. También se encontró una diferencia significativa en la dosis media entre hombres con y sin miopatía, lo que indica un efecto dependiente de dosis, cosa que no se observó entre las mujeres, aunque cabe destacar que el 20% de mujeres en el grupo de miopatía presentaban concomitancia con medicación potencialmente inhibitoria de CYP3A4, situación susceptible de aumentar la concentración plasmática de algunas estatinas. La miopatía se produjo en el primer mes de tratamiento, sin diferencias de género en el momento de aparición, y los hombres informaron de mayor intensidad del dolor, mientras que las mujeres reportaron mayor impacto en las actividades de la vida diaria. La gran mayoría de los pacientes con una miopatía también informaron de otras reacciones adversas relacionadas con estatinas, lo que plantea la cuestión de la existencia de mecanismos subyacentes comunes. El análisis también indicó que los pacientes de muy alto riesgo para las enfermedades cardiovasculares fueron un 30% más susceptibles de sufrir miopatía en comparación con aquellos con menores grados de riesgo de enfermedad cardiovascular, lo que puede ser de interés clínico relevante si se tiene en cuenta que son precisamente estos pacientes los más necesitados de este tipo de tratamientos. En referencia a los pacientes con cambio de tratamiento, en el 68% de los casos se resolvieron con el uso de la estatina alternativa.
Estos datos sugieren por un lado que la miopatía y/u otras reacciones adversas, de aparición temprana, pueden ser causa probable del abandono de la terapia, y por otro la existencia de consideraciones especiales respecto de la diferencia de género a la hora de optimizar los tratamientos con estatinas, ya que las mujeres parecen tener más tendencia a sufrir efectos secundarios y un mayor impacto de la terapia en las actividades de la vida diaria que los hombres.

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