Actualmente existe falta de evidencia de buena calidad y escasez de orientación autorizada sobre las estrategias de tratamiento.
La
hidradenitis supurativa, también llamada acné inversa, es una
enfermedad cutánea inflamatoria, crónica y recurrente que afecta a la
parte folicular de la unidad pilosebácea. Se presenta en el 1% de la
población, generalmente mujeres, aunque los casos más virulentos suelen
tener lugar entre los hombres. Se manifiesta por la aparición, en el
comienzo de la edad adulta, de lesiones dolorosas, profundas e
inflamadas en las áreas de soporte de la glándula apocrina. Las zonas
axilar e inguinal suelen ser las más afectadas, aunque las lesiones
pueden también aparecer en otras partes del cuerpo como senos, área
anogenital, nalgas o parte interna de los muslos. Las lesiones tempranas
se presentan como nódulos dolorosos, inflamados, que se asemejan a
forúnculos pero que no responder al tratamiento antibiótico estándar. La
naturaleza crónica y recurrente de la afectación hace que a menudo los
pacientes presenten síntomas durante muchos años con una discapacidad
significativa de dolor y desfiguración que afecta de manera importante
en su calidad de vida. En muchos casos los pacientes presentan
comorbilidades significativas, como trastornos de la tiroides,
artropatía, dislipidemia y síndrome de ovario poliquístico; además
existe una asociación con el síndrome metabólico, tanto en pacientes
obesos y no obesos, y un aumento significativo de los riesgos de
resultados adversos cardiovasculares y de mortalidad por cualquier
causa.
La gestión inicial del paciente desde atención primaria debe incluir, además del abordaje sintomatológico, la promoción del abandono de conductas o estilos de vida que sean factores de riesgo cardiovascular añadidos (peso adecuado, tabaquismo), así como el estar atento a la identificación temprana de situaciones de depresión muy corrientes en estos pacientes. Los analgésicos simples pueden ser de beneficio en el dolor agudo y crónico y, aunque la incisión y drenaje de los abscesos pueden proporcionar un alivio rápido del dolor agudo, no impiden la recurrencia.
La orientación europea sugiere clindamicina tópica al 1% dos veces al día durante 12 semanas o 500mg de tetraciclina oral dos veces al día durante 4 meses como tratamiento médico de primera línea para la enfermedad leve. Otras opciones pueden ser tratamientos de entre 3 y 6 meses con 500mg de eritromicina dos veces al día, doxiciclina 100mg al día o 408mg diarios de limeciclina. En los casos en los que no exista buena respuesta al tratamiento tópico o con los antibacterianos orales, o en aquellos en los que la enfermedad es más grave, debe considerarse la remisión a la atención secundaria. En este caso lo habitual será el tratamiento con 300mg de clindamicina por vía oral dos veces al día más 300mg de rifampicina dos veces al día durante 10 semanas. Otras intervenciones especializadas incluyen el uso de acitretina, de los inhibidores TN-α adalimumab e infliximab, o de dapsona. Existen pocos ensayos controlados aleatorios realizados sobre este tema y la práctica se ha basado históricamente en casos individuales o series de casos; de todas las opciones descritas, adalimumab es el único fármaco autorizado específicamente para el tratamiento de la hidradenitis supurativa. Por otro lado, debe procurarse un buen asesoramiento anticonceptivo en las mujeres en edad fértil ya que algunos de los medicamentos usados para el control de la enfermedad deben ser evitados durante el embarazo, teniendo en cuenta además que se ha notificado que algunos anticonceptivos orales pueden empeorar la situación de la paciente y puede ser necesario realizar cambios en la formulación.
En las fases más avanzadas de la enfermedad puede ser necesaria la intervención quirúrgica, lo que suele concretarse con intervenciones de escisión y drenaje de las zonas afectadas, junto terapia sistémica para el control de la enfermedad.
La gestión inicial del paciente desde atención primaria debe incluir, además del abordaje sintomatológico, la promoción del abandono de conductas o estilos de vida que sean factores de riesgo cardiovascular añadidos (peso adecuado, tabaquismo), así como el estar atento a la identificación temprana de situaciones de depresión muy corrientes en estos pacientes. Los analgésicos simples pueden ser de beneficio en el dolor agudo y crónico y, aunque la incisión y drenaje de los abscesos pueden proporcionar un alivio rápido del dolor agudo, no impiden la recurrencia.
La orientación europea sugiere clindamicina tópica al 1% dos veces al día durante 12 semanas o 500mg de tetraciclina oral dos veces al día durante 4 meses como tratamiento médico de primera línea para la enfermedad leve. Otras opciones pueden ser tratamientos de entre 3 y 6 meses con 500mg de eritromicina dos veces al día, doxiciclina 100mg al día o 408mg diarios de limeciclina. En los casos en los que no exista buena respuesta al tratamiento tópico o con los antibacterianos orales, o en aquellos en los que la enfermedad es más grave, debe considerarse la remisión a la atención secundaria. En este caso lo habitual será el tratamiento con 300mg de clindamicina por vía oral dos veces al día más 300mg de rifampicina dos veces al día durante 10 semanas. Otras intervenciones especializadas incluyen el uso de acitretina, de los inhibidores TN-α adalimumab e infliximab, o de dapsona. Existen pocos ensayos controlados aleatorios realizados sobre este tema y la práctica se ha basado históricamente en casos individuales o series de casos; de todas las opciones descritas, adalimumab es el único fármaco autorizado específicamente para el tratamiento de la hidradenitis supurativa. Por otro lado, debe procurarse un buen asesoramiento anticonceptivo en las mujeres en edad fértil ya que algunos de los medicamentos usados para el control de la enfermedad deben ser evitados durante el embarazo, teniendo en cuenta además que se ha notificado que algunos anticonceptivos orales pueden empeorar la situación de la paciente y puede ser necesario realizar cambios en la formulación.
En las fases más avanzadas de la enfermedad puede ser necesaria la intervención quirúrgica, lo que suele concretarse con intervenciones de escisión y drenaje de las zonas afectadas, junto terapia sistémica para el control de la enfermedad.
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