Un estudio concluye que los médicos que tratan el acné severo prolongan en exceso los tratamientos antibióticos ineficaces antes de prescribir la terapia necesaria más potente con isotretinoína.
El
acné inflamatorio/noduloquístico se produce principalmente por la
reacción inmune del cuerpo a los proprionibacterium, microorganismos
responsables de la afectación, con aproximadamente un 4% de los
pacientes que llegan a experimentar síntomas severos. El uso de
antibióticos sistémicos puede ser muy eficaz, está ampliamente difundido
en estos casos como tratamiento de primera elección, y es común cambiar
de agente antibiótico cuando no existe mejora significativa con la
opción inicial. Pero según muestra el informe elaborado desde el
departamento dermatología del NYU Langone, en Nueva York, EE.UU, existe
una tendencia a prolongar la opción antibiótica mucho más allá de lo que
marcan las guías clínicas en las que se establece que tras un periodo
de periodo de 2-3 meses con cada uno de los antibióticos probados, con
un máximo de 6 meses en total, si no existen resultados favorables la
opción terapéutica adecuada es iniciar terapia con isotretinoína.
El
análisis del equipo de investigación incluyó una revisión detallada de
137 historias clínicas de casos graves de esta enfermedad dérmica
recogidos entre los años 2005 y 2014, que fueron tratados con
antibióticos durante al menos 30 días y a los que finalmente les fue
prescrita isotretinoína como tratamiento definitivo. Los resultados
obtenidos indican que el tratamiento antibiótico inicial llegó con mucha
frecuencia hasta los 11 meses antes de que el médico reconociera el
fracaso de la intervención y cambiara el tratamiento del paciente a
isotretinoína. Además se observó un retraso promedio de casi seis meses
desde el momento en el que tratamiento final fue mencionado por primera
vez por su médico hasta que los pacientes comenzaron a tomarlo. Entre
las múltiples causas de estos retrasos, los investigadores identificaron
como una de éstas, los estrictos controles que existen sobre la
isotretinoína, con efectos secundarios conocidos entre los que se
incluyen malformaciones del feto en caso de embarazo, depresión, y otros
efectos secundarios potencialmente graves. Los investigadores admiten
que este riesgo de efectos secundarios es real, pero que los protocolos
que se han establecido para limitar los riesgos, entre los que se
incluye la existencia de un registro obligatorio de estas recetas para
médicos y farmacéuticos y la realización de pruebas mensuales de
embarazo en las pacientes en edad fértil, deben permitir una adecuada
gestión de la prescripción.
Los
autores del trabajo estiman los plazos de antibioterapia observados
como exageradamente prolongados, más cuando se intenta confluir de forma
general hacia un uso más responsable de los antibióticos. En su opinión
es necesario llegar a un mejor equilibrio entre el uso de antibióticos
que pueden suponer una buena opción curativa en muchos casos y el acceso
rápido a la isotretinoína en los pacientes para los que los
antibióticos no han funcionado.
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